El instante en que el hombre contempla la naturaleza,
es el instante en que la naturaleza se hace conciente de sí misma. (Ana Crespo).
Cuando llego al piso me suspendo, la cerradura es un insecto aguardando, una araña que se eleva sobre sus patas tejiendo una puerta. No sé si soy sangre cayendo o sangre levando, pero soy roja, carmín, escarlata, un cuadro de Rothko, gelatina de fresa. Cada día soy mi cuerpo reventado. Llevo algunas horas de la ciudad grabadas como un video, todos los días cargo mi cuerpo de mundo, aunque a veces el mundo parezca enfadarse. Salgo a la naturaleza, y mientras la miro, ella se mira en el reflejo de los escaparates. Tomo el tranvía, viene a tope, de un humor aplastante, durante el trayecto cada pasajero se refleja en mi cuerpo, después todos gravitamos con la mirada perdida en la calle, tratando de pescar un tubo para no caernos. Yo también me asomo a buscar mi reflejo en los otros, siempre soy una bolsa de sangre.