12.27.2008

Estoy dentro

Curro González. Falsas epifanías: ciego, 2008. mixta / tela 65 x 81 cm.


Corre. Cruza la sala. Se detiene. Se mira la mano izquierda a contraluz. Hace esto al rededor de diez veces. Después trepa el sofá y abraza a sus muñecos. Los aprieta contra ella. Todos de una vez. Yo la observo desde el otro sofá. Recostada. Pensando en lo bello que es mirarse el cuerpo sin ansia. Dejar los pies suspendidos en el reposo. Mabel, que sólo tiene un año, sabe bien de lo que hablo. Ella siempre se mira los piés cuando se acuesta, movíéndolos sin parar. Tiene una conciencia envidiable de la forma en que su cuerpo interviene el entorno. Hace unos días, al atardecer, mi amigo Miau miraba también su mano a contraluz (duró como una hora así), pero éste creo que lo hacía bajo efectos psicotrópicos. Me gusta que la gente se mire sin usar espejos. Será que cuando yo lo hago mi cara se vuelve un borrón y sólo soy un cuerpo (lleno de sustancia). Entonces se me va el nombre, se me va el gesto y algo en mí se revela a sí mismo. O será que me sugestioné por aquello de que la identidad no sólo está en el cuerpo sino que llega hasta donde llega tu mano y se extiende por tu casa y por el polvo que cubre las cosas, y por las cosas que están bajo el polvo, y por el silencio que lo rodea todo. También está en la ciudad si la caminas, o si la piensas allí tras esa puerta. Está en el espacio si lo evocas y desde allí te imaginas como un puntito, que quizá lee un buen libro, en algún patio sobre la tierra. Un profe me decía que esa era la conciencia que un pintor debía tener sobre el espacio, la realidad es así, decía, como las capas de una gran cebolla.

Más obra de Curro González

12.11.2008

Raúl y Peret



En el centro cultural España, del Df, encontré un gato que acude a la palabra pájaro, y los muros por demás saturados de las bellas viñetas que han hecho estos dos ilustradores, Raùl y Peret, para diversas notas periodísticas. En la expo descontextualizan la imagen de las notas para que la imagen cobre una lectura propia, o más bien, diversas lecturas. Ambos utilizan la sencillez en su propuesta creativa, y hacen ilustración dibujando sobre la foto, o intercalando texto con imágen, como si estuvieran jugando con recortes, donde una imagen intervenida, o al lado de otra, siempre cobra nuevos significados. La expo es muy buena, aquí las ilustraciones que más me latieron, y saludos.

12.09.2008

bienvenida al de efe blues











La octava de un ocaso. Los días que no duran. El silbato. He llegado al verde sobre gris. A la azotea. A la anécdota constante. Estoy donde los aviones se roban el sonido de la risa. Cerca de la gente. Con los ojos abiertos. Frente a la gente. Con los ojos cerrados. Pequeñita. Nada, sin embargo, aquí he llegado a encontrar todo en la calle, pero antes de tomarlo me quedo sin aire. Aún así esta ciudad me parece muy bella y aparte creo que es el único sitio donde los pájaros vuelan a la par que los zapatos.

11.17.2008

Acatisia

Su alma es como un laúd templado
No bien lo tocan, vibra
De Beránger


Los temblores de tierra son soberanos de nuestros miedos. Vicente Fernández (Huidobro) veía en los terremotos un himno a Isolda, la mujer más bella e intensa sobre la faz de la tierra. El Poseidón homérico, además de gobernar los mares era el encargado de producir los terremotos. Eventualmente hacía sacudir la tierra para “aligerar su peso humano”. Son temibles y aciagos, pero hay terremotos que construyen. El poemario que tengo ahora entre mis garras se llama Rocío Romo y lo escribió un ser muy especial llamado Acatisia.


La acatisia, si aún hace falta decirlo, es un terremoto íntimo, un temblor debido a ciertos desórdenes físicos y emocionales. Un temblor, una especie de escalofrío que es cada vez más común en nuestros días. Ahora no basta preocuparnos por los edificios que nos puedan caer encima o los bloques de asfalto que nos puedan hacer desaparecer bajo la tierra, No. Ahora también habrá que preocuparnos de que nuestros terremotos personales no nos destrocen hasta los escombros.


Este poemario describe un viaje. Lo sé. Un cliché en las presentaciones de poemarios es decir: este poemario es un viaje. Pero este en realidad lo es. Los otros no.
El viaje de la atormentada voz poética de Acatisia comienza en la naturaleza. Un entorno natural que, aunque le es querido, le es también extraño. Después de abandonar la naturaleza trata de encontrar un recipiente para su voz, la busca en sí misma, en los amigos, en los recuerdos. El temblor reaparece y se hace dueño de sus palabras una y otra vez. El alma atribulada se parece a un árbol:


“Sus hojas aletean sentimentalmente descubiertas
al menor indicio del viento"


y aunque la voz intenta encontrar un haz mínimo de trascendencia, no olvida su cuerpo efímero, la importancia de los sentidos, tal vez su única salvación en un mundo dominado por la razón y una ciencia fría e inhumana.


Acatisia es un solo poema en ocho partes. Pero ante todo, Acatisia es un poema desnudo. Se deja de metafísicas y nos enfrenta a una realidad emocional y cercana. Contiene lo que podemos llamar un subjetivismo compartido; sí, cada uno de nosotros se puede identificar perfectamente con las encontradas sensaciones muy variadas, de contrastes sorprendentes.


Acatisia, pues, es un poema que no es feliz, pero que trata de felicidad. De su búsqueda y de su ausencia, pero también de su soberanía sobre todas las cosas. Y de cómo un solo segundo de felicidad puede hacer valer la pena todo un Sísifo de pena y tribulaciones. La vía a la felicidad no es fácil y la voz que protagoniza este poema decide que la libertad es el camino. La libertad de cuestionar el mundo y la libertad de abandonarse a sus sentidos, que lo abarcan todo. Por voluntad propia no siente la paz que el contorno la obliga a sentir. Está siempre ahí ese lúgubre presentimiento, ese temblor... que tal vez es malo, pero que tal vez es bueno, que puede ser un derrumbe, o puede ser una explosión festiva. La voz termina por ser alguien que no siente lo que debería sentir, o alguien que, sencillamente, ya no fuma como debería.

Carlospacheco, martes 7 de mayo,2002

Acatisia

de Rocío Romo

V


"No temo a la muerte, no temo a la vida...
para eso siempre llevo aspirina"
Eskorbuto


Quiero morir
pero no de mentiritas;
como por neurosis común suele fijarse el anhelo de muerte.
No puedo dormir.
Y exhalo suspiros ciclónicos hacia el cuarto de mi madre;
pero se me aprehende el corazón como niño tímido
el egoísmo.
Ella necesita dormir y no tiene culpa.
La desesperación está segura del cansancio físico
que me vuela las piernas.
todo está listo para enlazar al astral
y dormir eternamente;
pero la oscuridad inventa juguetes nuevos,
y así ruedo y ruedo
entre sábanas y almohadas
que no me acogen sensibles esta noche.
Fumé el último cigarro,
mi canción de cuna.
Pero pataleo
impotente ante la noche.
Y ésta, silenciosa me señala,
va a nutrirse de mi insomnio otra vez,
sello ojeroso de meses atrás.
Hago un trato contigo,
Morfeo,
salúdame de mano
fraternalmente apretada en un sueño;
quiero morir,
y mañana salpicar de Rocío la cara
que ya no se parece a mi.
Sabiamente,
no quiero estropear mi cuerpo;
imploro un cansancio creador de sueños,
floto impregnada de agua fantasma
en abismos con fondos inconclusos,
porque
no pienso en nada;
ahora
no hay angustia,
ahora
quiero morir,
congraciarme naturalmente con la vida.
De mi punto de partida
(el día de hoy),
exige la nocturna el temblor y el temor de mis manos,
que al no encontrar
fragmentos en algún filamento fantástico
dentro del trajín cotidiano y común,
vacías mueren, de por sí,
mis manos de tristeza.
Y el litoral más cercano
es el cielo.
Por consiguiente
el avanzar danzante,
bailarín de caminos inventados por mis pies
ha caducado mi ánimo.
De la tierra
Ya no emerge un candado hacia mis pies,
ya no camino.
Saltaré
Si mañana lo permite
La fortaleza superior que me hace ojitos cada día.
Saltaré...
... con la inercia entre los pies.
Por que quiero morir
pero no de mentiritas.

...

(y a los ojos, y hasta siempre)

11.12.2008

casi tan cruel como un resumen de noticias


Gao Xingjian. Tinta sobre tela y proyección de video de la exposición 'después del diluvio'.


Hace unos días, recorriendo la calle de las galerías (Consell de Cent) perdí el optimismo. Sucedió al encontrarme, en los muros de la fundación Círculo de Lectores, con la expo de Gao Xingjian (Novelista, dramaturgo, director teatral, traductor, crítico y artista plástico, su obra está censurada en China y vive exiliado en Francia). La expo se titula después del diluvio. Tinta china sobre lienzo y la sensación de que una gota gigante de tinta te succiona. Formatos grandes. Inevitable estremecer frente a estos cuadros y videos. Mientras miraba los abismos de Gao, pensaba que afuera me esperaba un cielo terrible, envejecido, pero la noche se levantó como un monstruo de tinta sobre la ciudad mientras yo intentaba construír con el cuerpo una orilla, un final, o por lo menos imaginaba eso mientras en realidad lo que intentaba era forjar un cigarrillo, sentada fuera de la galería, viendo pasar los coches. Tremendo Gao. Caminan cuatro seres inconscientes apoyando su frente en la nuca del otro y van. Caminan como un elefante tropezando con los restos de alguna ciudad. Tremendo Gao. Ahora mientras los coches pasan mi mente es pesada como esos pasos de elefante, y pareciera que sólo quedan cosas terribles. Una costra de tinta, Gao dice, la condición humana:


El artista "puede expresarse con su voz propia, su mente, su
alma puede analizar la condición humana y su voz es en cierto modo la voz de la
conciencia, algo necesario", ha añadido el artista. Xingjian es de la opinión,
sin embargo, de que la voz del artista, del escritor "deja al menos un
testimonio de las condiciones difíciles y complicadas, así como de los propios
complejos de la condición humana, mucho mejor que la historia escrita por el
poder". (Gao Xingjian, tomado de una nota http://www.lavanguardia.es/)

11.04.2008

Álter Ego, la chica adulterada de Abril Garcia

Abril García. En la mira. 2008.

Y vio que la realidad resultó ser el estado más adulterado de la verdad.
Ricardo Castillo


Con la carne transparente y los ojos vacíos, lacónica, grácil, cual personaje de historieta sobre colores estridentes, Abril García nos muestra en Alter Ego otras versiones de sí misma.

El dominio en las técnicas de ilustración, la actitud lúdica y relajada de sus personajes –que son ella misma-, los intensos colores utilizados como planos y el trazo en la silueta, son elementos que remiten al diseño, y claro, al arte pop, inspirado en todos aquellos objetos de consumo masivo y comercial.

Sin embargo, Abril no reproduce los rostros de personajes de cine, ni etiquetas de populares productos comerciales, sino que se toma a sí misma y se muestra transmutada por el efecto que deja en ella la realidad contemporánea.

Entonces, se puede percibir que la pintora no reutiliza la estética pop en su obra sino que transita por ella. Abril se interna, con un dejo sarcástico y existencialista, en eso que consumimos como realidad -asediada por la publicidad, trastocada por los medios de comunicación, velada por la política, reproducida a la máxima potencia en el Youtube- y saca en claro una versión de sí misma “contaminada” por el entorno y el consumo.

Así es como emerge ante nosotros esa chica de enormes gafas, peinado exótico y camiseta que la reclama póser, alimentando en el espectador la sensación de falsedad, que con ironía la pintora señala en el mundo al hacerse señalar a sí misma por esa mano que usurpa el espacio del cuadro (En la mira, 2008).

Y qué queda del ímpetu, de la contemplación, qué hay de la sonrisa, de la rabia, qué queda del tedio de un martes por la tarde. Estos son algunos de los temas que Abril explora en su obra. Allí, donde se representa a sí misma asemejando cada vez más un personaje de comic, de videojuego, de cartel, es también un personaje sumergido en la subjetividad de la emoción. De esta manera la pintora se muestra desnuda ante el espectador, traduciendo su cuerpo al lenguaje visual que la sociedad de consumo deseamos ver.

Así, Abril García, introduce toda su humanidad en el espacio físico de la cosificación (Cosificada, 2008), exhibiendo lo bello y lo terrible del ser, inevitablemente adulterado por la realidad contemporánea.


Del 23 de octubre al 12 de diciembre
Sala de Arte del Instituto Sonorense de Cultura Obregón No. 58, entre Yañez y Garmendia Colonia Centro.
Hermosillo, México.

!Vientos, Abril!

10.25.2008

la fugacidad de una sonrisa

detalle de El triunfo de baco de Velazquez (según Hockney aquí se usó el lente del que les cuento más abajo).


No sabes cuanto de subversivo vive en una sonrisa.
(esto lo dijo Silvio)

Sentada bajo un árbol que a su vez está bajo la lluvia muevo con destreza mi taza de café con leche para evadir las gotas que caen. Dicen que si te cubres de la lluvia bajo un árbol te mojas dos veces. La gente que antes abarrotaba las mesitas de la terraza ahora se escurre apurada por la puerta del bar, pero yo tengo ganas de comprobar la hipótesis (hasta ahora es cierto). Aquí mismo leo algo sobre la fugacidad de la sonrisa. El libro se titula el conocimiento secreto. Lo escribió David Hockney un tiempo en el que dejó la pintura para investigar por qué eran tan buenos los artistas del pasado y por qué podían lograr cosas que ahora ni soñamos en sus cuadros. Pues él habla del uso de una lente especial, que proyectaba una sombra de lo que veían, sobre el papel en el que dibujaban, y dice que así es como podían captar con un rápido trazo los gestos más fugaces. Levanto la mirada del libro. Sí que es fugaz una sonrisa. Tras el velo de la lluvia miro como el cuerpo que llevaba en sí un rostro, que estiraba los labios y arrugaba con gracia los bordes de los ojos, se desplazó hace unos segundos, pero dejó una luz allí, justo donde sucedió el gesto. Algo tintineante y efímera (quizá sea el exceso de cafeína). Es más claro si lo ves bajo la lluvia.

10.24.2008

los días


























vacío vacío

Han dejado una sala de 12.000 metros cuadrados completamente vacía. Leo. Y con las manos heladas (es que estaba pelando una naranja) sostengo frente a mí el pedazo de periódico y me alegro, me alegro mucho, aunque, la misma autora del artículo diga que “jugar a la metáfora de los vacíos activos suena a algo demasiado visto”-paradójico lo de que el vacío sea algo demasiado visto-, aún así, me parece bellísimo que el arte se ausente de los sitios destinados al arte.

São Paulo, la bienal del vacío
ÁNGELES GARCÍA (tomado de El país.com)

Los 12.000 metros cuadrados de la segunda planta de la Bienal de São Paulo parecen el aparcamiento de un aeropuerto moderno a la hora de menor tráfico aéreo. Un vacío total. Sólo roto por dos filas de columnas y cercado por grandes cristaleras a las que se asoman azaleas gigantes. Tal como había anunciado hace meses el comisario de la cita, Ivo Mesquita, la propuesta de este año es la nada. Con este gesto se pretende evidenciar la crisis del arte actual. De ese modo, cada cual puede imaginar su propuesta. O, quién sabe, quedarse con la mera experiencia arquitectónica.

El certamen ocupa uno de los edificios más espectaculares de Óscar Niemeyer
Puede ser, como sucede mucho en el arte últimamente, el colmo de la democracia cultural. O el colmo de la cara dura. "En el mundo hay más de doscientas bienales", argumenta Mesquita, "que parecen estar interesadas en ver cuál es más grande. Creo que en este momento, una bienal sólo tiene sentido si demuestra capacidad analítica y crítica".

En las otras dos plantas que conforman la propuesta, sí hay obra. La de 42 artistas procedentes de 22 países. Marina Abramovic, Sophie Calle, Joan Jonas o la española Cristina Lucas son algunos de los nombres más conocidos. Un maratón de acciones y performances completan esta peculiar edición. A partir del domingo, cuando cada cual tendrá su propia opinión.

El pabellón de la bienal, uno de los edificios más espectaculares y representativos de Óscar Niemeyer, está en la zona alta de São Paulo. Imponente y rodeado de vegetación, la paz que forman el blanco y el verde se rompe permanentemente con el tráfico infernal que desde primera hora sufre esta ciudad cuya área metropolitana pasa de los 23 millones de habitantes.
Pese al molesto concierto de motores, el ruido de los helicópteros que desplazan a los ejecutivos o el fuerte olor a gasolina quemada, ni la polución ni otras molestias del mundo contemporáneo son los temas de esta bienal. Ni ruido ni olor. La estrella es el vacío. Ivo Mesquita aclaró ayer que su propuesta de jugar con el vacío no tiene nada que ver con la crisis económica ni con la que sufre esta institución. "Esa segunda planta está llena de luz. Es una invitación a crear y a imaginar. Creo que es una experiencia arquitectónica que juega con el edificio de Niemeyer. Así hay que verlo".

¿Y qué es lo que el visitante encuentra en las zonas destinadas a exposición en el concepto convencional? También aquí hay diferencias con otras bienales. No hay separadores entre las piezas de cada artista. Los ambientes se aíslan con un mobiliario de madera y pequeño tamaño, diseñado por el colombiano Gabriel Sierra. Los artistas han utilizado esos muebles como si fueran rompecabezas o muebles vitrina.

El artista español Javier Peñafiel, de 44 años, se mostraba ayer contento con la propuesta de la bienal. En su espacio ofrece primero una agenda en la que se recogen sus reflexiones plasmadas tras 12 semanas de inmersión artística en São Paulo. "Hablo del casino financiero en el que vivimos y de todo aquello que se me ocurre". De la agenda se pasa a contemplar un vídeo en el que se muestra cómo trabaja y, finalmente, una conferencia dramatizada, que servirá para dialogar con el público.
A Peñafiel le parece brillante la propuesta de Mesquita. Y lo cierto es que no hay otro tema de conversación en los corrillos de galeristas y creadores. Se habla sin cesar. Aunque la pregunta es una sola: "¿Qué haría usted con ese espacio?". La propuesta irrita y entusiasma a partes iguales. Jugar con la metáfora de los vacíos activos suena a algo demasiado visto. Más de uno interpreta la propuesta como la evidencia de la falta de ideas. El diario Folha de São Paulo recogía el miércoles una encuesta entre nombres representativos del mundo del arte en Brasil. La creadora Beatriz Milhares duda de que ésta sea siquiera una propuesta poética. Aunque se daría por satisfecha si el golpe de efecto sirviera para sacudir al certamen de la inercia que lo estrangula desde hace tiempo.

El comisario de exposiciones, Teixeira Coelho, responde que en el espacio vacío colocaría 500 sofás, "así, por lo menos, la gente podría sentarse un poco". La videoartista Ana María Tavares aplaude la idea. "Yo no pondría nada", contesta, "hay muchos artistas que merecerían ser exhibidos. Aunque el vacío me parece una idea respetable". El también artista José Resende opina que todo esto nos lleva a un punto cero del que puede surgir una auténtica renovación en el concepto de la obra de arte.

Sea como sea, a tanta sorpresa cabe añadir otra. Ver al centenario arquitecto Óscar Niemeyer en el centro de una polémica de rabioso arte contemporáneo. Después de todo, su bellísimo edificio, esencia del modernismo y de arquitectura brasileña, es el que alberga el vacío.

10.23.2008

10.03.2008

segundo round

no se puede preveer o describir previamente la acción ni los actores. Todo comienza como una aventura desconocida en un lugar desconocido. Sólo en el momento de acabar, en una iluminación de la conciencia, se les reconoce la cantidad y la función previstas... El cuadro tiene que ser un milagro... una revelación, la satisfacción inesperada y sin precedentes de una necesidad desde siempre familiar... creo que el problema no es el de ser abstracto o figurativo. Lo que se tiene que hacer es poner fin a este silencio y a esta soledad, respirar y extender los brazos de nuevo.

Mark Rothko
(Guadalimar, núm 42, 1979, pag. 12)

9.25.2008

triciclos

Elotero. Mural en el Pluma Blanca. En los Efímeros. 2006.



Prueba de adagio en mi país. Acrílico sobre tabla. 80 x 60 cm. 2006 ó 7.

9.02.2008

jálate una silla

La pintura está emparentada con el arte y la vida. Ni una ni otra cosa están hechas (Yo trato de actuar en la brecha abierta entre ambas).

(Rauschenberg)

Robert Rauschenberg. Pilgrim, 1950. técnica mixta con silla de madera. Kunsthalle de Hamburgo.

Desayuno. Café y estas palabras de Rauschenberg me despiertan y animan toda la cocina. En un instante el pintor me regala otra idea de la casa, del pan tostado, los tenedores y de cada objeto que veo. R. murió hace unos meses, recuerdo, y me invade entonces una necesidad de leerle más, de ver su obra, de volver a mirar su rostro en esa foto antigua donde se sienta delicadamente junto a una piedra. Luego miro su cuadro, éste, el de la silla, y recuerdo las reuniones en la casa de un poeta también fallecido ya. Y pienso que me hubiera gustado tanto regalarle al poeta un cuadro así, porque cuando llegábamos a su casa después de oprimir el timbre que sonaba como grillo, nos convocaba a leer poesía diciendo simplemente así: jálate una silla. Casi lo miro, sentado a la mesa, en medio del patio, con su monumental cuerpo envuelto en una bata. Ahora mismo lo puedo imaginar ofreciendo a sus invitados la silla anclada a la pintura de Rauschenberg y a nosotros, en el patio de Alonso, anclados a la poesía.

Bueno, aquí va, una amena grabación de Jonh Cage donde habla, entre otras cosas, de la pintura de R.:

http://www.archive.org/details/JohnCageLACountyMuseumofArt

Y buen día. Sí.

8.27.2008

música para andar

Devendra Banhart - Quédate Luna



¡gracias, Chata!

hombre que mira al poniente

acrílico sobre tela sobre tabla. 2008.

Por la mañana la ciudad se sacude la lluvía como un perro viejo que despierta en medio de la calle. La gente espera el autobus como a un presagio. Todos miran lejos desentrañando en la hora un adelanto de otra vida que no se vive en estos pasos.

bocetos para el hombre de la breve llama que construye


goauche sobre papel. 2008.

8.16.2008

postales de garibaldi

para Óscar, Pío e Iván.

El viento de semana santa hace un dibujo ágil con papeles y bolsas de plástico en la banqueta. Los mariachis en su compleja indumentaria aguardan. A la orilla de la calle titilan con la silueta recortada por los faros de los autos. Se ven amenazantes, como si esperaran el momento de treparse a los coches que pasan, adueñarse del volante y tirar a todos los tripulantes por la ventana. Pero lo que sucede en realidad es que hay mucha competencia en la plaza, por eso cada mariachi tiene un delegado que arroja su cuerpo a los autos para conseguir con anticipación al cliente.

Al tiempo que caminamos hablas de los cocodrilos que viste en Nayarit. Dices que son animales enormes de mirada burlona, macabra, adormilados por los rayos del sol como si estuvieran en un fumadero de opio. Yo nunca he visto cocodrilos, ni tampoco un fumadero de opio, pero mientras avanzamos veo policías con esa justa mirada de reptil adormilado, recargados en cada esquina del centro histórico, empeñando su cuerpo contra la luz de los faroles, mientras la basura flota haciendo su danza lenta en el fondo brevemente iluminado.

Sobre las baldosas del Eje Central los ambulantes construyen una vía de zapatos usados. Las zapatillas tienen las puntas como ojos concentrados en nuestro camino. Algunas se ven trágicas porque han perdido el par. La gente de reojo las mira. Nadie las levanta. Mientras se consume la noche se quedan iluminadas a tres cuartos por la luz de los neones que invitan a los table dance.

Ahora los mariachis le cantan a una familia que apenas baja de un taxi. El tiempo se detiene en ellos recordándome una fotografía vieja, familiar. Ahora cantan los niños, cantan los padres, los abuelos, cantan todos dentro de su abrazo rodeados por la silueta de cinco sombreros y una gran coraza acustica.

Hay dos perros en Garibaldi, gordos y dueños de la plaza, que caminan con autoridad entre los músicos. Uno de ellos (el blanco) es tan grande que parece como si se hubiera comido a una persona. En seguida vemos como el perro mira a la gente que en la acera el alcohol deja horizontal. En la plaza hay muchos que duermen entre los que bailan y tratan de cantar algo en español, entre vendedores de chalinas y gente con el rostro inescrutable.

Los perros giran sobre su eje una y otra vez. Parecen felices de estar allí. Nosotros volvemos la mirada sobre el suelo como si el camino nos fuera a descifrar algo en la cara. Nada. La risa quizás. Esa risa por nada que a veces surge de mirarnos a los ojos en sitios tan desconocidos.

En la pulquería se acerca un señor a la mesa contigua, cantando como si fuera la única voz, canciones tristes y anónimas, acompañado de una guitarra de sólo tres cuerdas. Después llega el mariachi con toda su artillería musical a desbaratar el canto del amigo que sólo mira ya sin tocar. Estamos en el imperio del sonido, dice el Pío, desarmado por la ternura del cantante que ha parado de darle a su instrumento y que ahora sólo mira, encogiendo los hombros y con la guitarra meciéndose sobre su pecho.

Al salir de la pulquería, bajo la escultura de José Alfredo, un hombre con la mirada triste, cierta urgencia, y los bolsillos llenos de globos alargados, nos narra sus años de payaso. Y así, mientras estira el hule de colores, nos construye con sus manos algo parecido a un corazón.

v

Hermosillo, Sonora, Mexico

algunos lugares

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