12.27.2008

Estoy dentro

Curro González. Falsas epifanías: ciego, 2008. mixta / tela 65 x 81 cm.


Corre. Cruza la sala. Se detiene. Se mira la mano izquierda a contraluz. Hace esto al rededor de diez veces. Después trepa el sofá y abraza a sus muñecos. Los aprieta contra ella. Todos de una vez. Yo la observo desde el otro sofá. Recostada. Pensando en lo bello que es mirarse el cuerpo sin ansia. Dejar los pies suspendidos en el reposo. Mabel, que sólo tiene un año, sabe bien de lo que hablo. Ella siempre se mira los piés cuando se acuesta, movíéndolos sin parar. Tiene una conciencia envidiable de la forma en que su cuerpo interviene el entorno. Hace unos días, al atardecer, mi amigo Miau miraba también su mano a contraluz (duró como una hora así), pero éste creo que lo hacía bajo efectos psicotrópicos. Me gusta que la gente se mire sin usar espejos. Será que cuando yo lo hago mi cara se vuelve un borrón y sólo soy un cuerpo (lleno de sustancia). Entonces se me va el nombre, se me va el gesto y algo en mí se revela a sí mismo. O será que me sugestioné por aquello de que la identidad no sólo está en el cuerpo sino que llega hasta donde llega tu mano y se extiende por tu casa y por el polvo que cubre las cosas, y por las cosas que están bajo el polvo, y por el silencio que lo rodea todo. También está en la ciudad si la caminas, o si la piensas allí tras esa puerta. Está en el espacio si lo evocas y desde allí te imaginas como un puntito, que quizá lee un buen libro, en algún patio sobre la tierra. Un profe me decía que esa era la conciencia que un pintor debía tener sobre el espacio, la realidad es así, decía, como las capas de una gran cebolla.

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3 comentarios:

cuchillodearena dijo...

bello.

Pina dijo...

abrazos, Vene!

Fernando Peñuelas dijo...

sta padre la pintura del curro, una enfermiza vision de la acumulación en las entrañas de lo urbano

v

Hermosillo, Sonora, Mexico

algunos lugares