2.04.2010

Para Iván Ballesteros Rojo
He visto a los pájaros sobrevolar haciendo una V.
Estoy en el autoexilio, como dirías,
estoy confundida con los días.
Un perro corre tras una pelota que se ha ido al mar,
nada y la trae de regreso,
la deja a un lado y comienza a escarbar en la arena.
¿Qué es mirar el mar,
escuchar el mar?
Dejar el cuerpo. Eso seguramente,
mientras el sol hace una caricia
simulando el tiempo, justo
como esos relojes que hacen la hora con el paso de la sombra.
Si miro a la distancia está el país que dejé
en el horizonte.
Es una línea y no habla.
Una línea dormida en otro uso horario.
Desde allá vienen los barcos
con sus velitas tímidas.
Aquí frente a mí el mar ruge. Ruge
doblándose sobre sí mismo
en la ola perfecta.
La espuma se levanta como una horda de ancianos
en su último esfuerzo vital
y después se distiende en la arena.
Yo miro mi sombra
con ganas de otorgarle todo,
de darle mi respiración
de clavarme en ella.
¿Qué habrás hecho ayer en Hermosillo?
Celebrar seguro,
amanecer en esa azotea con espléndida vista.
Te cuento un chiste que escuché hoy:
¿qué es la patofobia?
un miedo terrible a que en cualquier momento
te esté mirando un pato.
La gente se abraza. Ahora mismo
desafiando con la piel el frío, la gente, sencillamente
se abraza, cuan bella es la cercanía,
el latir, el olor, el calor que emana la piel,
nunca lo había apreciado tanto.
Te dibujo una ola (es muy difícil).

Barcelona, 2008.

v

Hermosillo, Sonora, Mexico

algunos lugares