8.07.2010

los bañistas viscerales

detalle de pintura en proceso los bañistas vicerales
No sé de dónde vino este cielo a tocar los territorios del verano. Lo que sí sé es que un cielo con nubes salvajes nos vuelve afortunados. Nos empuja a salir de las habitaciones y mirar hacia arriba.

Llueve y, por este día, no hay un sol quemándolo todo.

Pero la tarde se vuelve surrealista. Mis vecinos comienzan a tumbar las bardas que cierran la cuadra para darle salida al agua, que ya se mete a las casas y nos inunda un poco. Mientras frente a mí se desploman los muros y mis vecinos parecen salir de un documental del Berlin Mauer, veo a una madre que baja del camión con sus chicos en medio de la violencia del agua, sacudiendo entre sus manos un inútil paraguas. Al final lo deja sobre la calle y ella y sus chicos corren y sonríen borrosos por la lluvia. Brincan los charcos.

La precipitación me deja por un rato incomunicada. Me quedo sola con mis cuadros en una tregua de espacio y alquiler por esta casa. Pinto a unos bañistas viscerales.

Hace poco conocí a una curadora de arte que estaba de paso por la ciudad. Ella me preguntaba por qué seguía pintando. Ya casi nadie pinta, me dijo. En ese momento cerré los ojos para encontrar la respuesta pero no hubo palabras, sólo un denso rosa alizarín que me atravesó como un animal embravecido, los abrí y no supe cómo explicar eso. Porque me gusta, respondí. De tan simple sentí mi propio esquema. Mi esqueleto. Ahora pienso que la verdad es muy simple: amo la pintura, amo la figura humana y estoy comenzando a creer que amo todas las prácticas "obsoletas".

Miro a las personas por la calle correr para cubrirse de la lluvia. Cerca de casa, por las vías del tren, la gente se detiene a mirar como cae agua a la laguna que antes era una presa. Escucho a los niños murmurar palabras como nube, agua, cielo.

La lluvia nos pone así de simples, no es esquema, es que no hay mucho que explicar cuando se sienten así los huesos.

Imagino a la gente, mi gente, en los distintos lugares que de seguro ocupan bajo este cielo salvaje. Cada quien está donde quiere estar, me decía un amigo. Ahora me gusta imaginar que, en cualquiera que sea ese sitio, alguién siente sus huesos bajo el agua con la misma certeza que ahora siento los míos.

10 comentarios:

Eduardo Alvarado dijo...

Venecia, muy buenos tus bañistas.

Y claro que puedes publicar el texto de Antoine de Saint-Exupéry.

Saludos y gracias por comentar!

venecia lopez dijo...

gracias a ti Eduardo, Saludos!

mar adentro dijo...

Me gustó la descripción de esa tarde de lluvia, pasa de la violencia a la calma, como la lluvia de esta ciudad. Gracias, es como si hubiera vuelto a llover.

A mí me gusta que te guste pintar, sólo así. Que cuentes historias con imágenes y colores.

venecia lopez dijo...

gracias Lorena. te abrazo :)

Anónimo dijo...

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venecia lopez dijo...

you're welcome anonimou.

overcast dijo...

esos visceralistas con bañador me recuerdan un salvaje verano en las playas de Icaria.

venecia lopez dijo...

Icaria... vino, muelle y los bañistas como un fondo difuso jugando boleyball... que rico...
Besitos.

Fernando O'Connor dijo...

Cada tanto paso a releer este texto, una joya.
Saludos

venecia lopez dijo...

muchos saludos Fernando, es un gusto saber que me visitas!

v

Hermosillo, Sonora, Mexico

algunos lugares