Por Iván Ballesteros Rojo
Enero 2008
Hay una ligera llovizna en Álamos que disipa el horizonte. Nubes bajas borran los cerros. En uno de esos cerros tachados por la bruma está ubicada la Casa de la Cultura del pueblo, lugar donde se ha montado la exposición Polvo de la pintora Venecia López (1980).
Lúcida para captar ambientes de la cotidianidad extrema y otorgarles hálitos fantásticos, Polvo, su más reciente exposición, es a la vez un himno a Hermosillo (ciudad árida, atestada de perros y transeúntes sobre calles que se levantan en tolvaneras ¿será el polvo el sueño de esas calles?) y una búsqueda por retratar los mecanismos del vacío.
Los personajes de Venecia atraviesan membranas, películas de tierra y aire que manchan la luz del sol o desvanecen la lejanía. Esperando autobús, rumbo a casa cargados por el peso de los días, idos entre la gente que ocupa los espacios de la ciudad, Los viandantes de Polvo se nos presentan fantasmales, velados, como si fueran una visión desde otro mundo.
Sobre cables de luz hay siluetas de pájaros que aguardan las migajas que arrojen comensales de hot dogs. Señoras esperando resignadas (Ya qué), con pies que vuelan al amanecer, la sucesión de las cosas. Los perros que son una caricia al espectador. Autorretrato con plato de sopa: tríptico donde la pintora, desvanecida entre el oxido del metal, mira al espectador como diciendo: ¡Mmh, está rico! A veces un cielo, un hombre que observa alto y entrega amarras ante la belleza disponible en la nada.
En tu rostro mañana es el abuelo arqueado que pasa por las calles y junta botes o ropa. El abuelo al que miramos como si ya no estuviera. La vibración de ese cuadro se parece a la vibración que hay en el pensamiento cuando se hecha un vistazo dentro, en la memoria del mañana, y la imagen captada es el propio cuerpo entrado en años y olvido.
Hay también lugares secretos que visita el polvo: Tendederos de patios anónimos donde se escurren Las horas.
Venecia López es una pintora madura a pesar de su juventud. Picasso sentenció que el pintor menos dotado es aquel que no sabe dibujar la forma humana. La pintora sonorense va entonces, según el genio ibérico, por muy buen camino. Después de la saudade e imaginería lírica presentada en exposiciones previas como: Qué cosa es un alacrán (2005) y Flores para Magdala (2005), la Vene apuesta, ahora entre el polvo, por acuñar la instantánea del diario, su color escurridizo. Dueña de una técnica que funciona como pieza de relojería, atrapa en el trazo el misterio constante de la vida, haciendo de ese misterio inagotable una imagen poética, más allá del tiempo.
Tu rostro mañana, 2007. Óleo sobre lámina. 90x100cm. 5,000.00