Vacaciones. Me instalo en el invierno y vuelvo a dibujar. Anoche, charlando con Paula en su pequeño jardín, admiré la persistencia de Tamayo, la grata sentencia de las ocho horas para pintar. Los movimientos orgánicos de la propia pintura de Paula, los motivos de su línea, los viajes, la infancia del dibujante, el amor. Paula desde su silla miraba lejos y en la longitud de su mirada podía verse su país. La noche se tendió sobre el jardín con un frío y un vino que nos volvía un poco más vitales. O por lo menos lo sentí así al mirar que todos tenían esa sonrisa leve sobre el rostro, la sonrisa urbana (hacia el oído derecho, como dice el Nada Guapo que sonríen en Bačka), bajo las lucecitas del jardín.
Pintar.
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4 comentarios:
Me atrapó tu relato; interesante. :D
Saludos, paz.
paz!
Mis paz os dejo mi paz os doy.
Desde la traqueteada Laguna.
El Victor
pr cierto este es mi blog.
http://caminandoentreletras.blogspot.com/
que desastre con esto de las identidades pal blog, espero poder arreglarlo pronto :-)
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